La mayor parte de las especies y cultivares de crisantemos son plantas “de día corto”: aquellas que florecen principalmente en otoño, cuando la cantidad de horas de luz y la de horas de oscuridad son similares. Se utilizan para formar macizos destacados en esa estación, con tamaños y colores de flor variados. Los cultivares “enanos” se adaptan especialmente para su uso en canteros y maceteros. Los más altos son populares flores de corte.
Predilecta de los jardineros y aficionados por su fácil cultivo y su extendido período de floración, la gallardía es una elección adecuada para quienes gustan de los colores llamativos. Se puede cultivar como planta perenne o anual, ya que en muy corto tiempo después de la siembra se obtienen flores. Si se le proporcionan cuidados, estará en flor todo el año.
Las bocas de sapo son florales de porte diverso, indicadas para formar macizos destacados en primavera u otoño, con colores de flor variados. Fáciles de multiplicar y de cultivar, siempre compensan con creces la atención que se les dispensa. Suelen resembrarse espontáneamente, apareciendo nuevas plantas año tras año en el cantero. En ocasiones se utilizan como flores de corte.
Las prímulas son las florales de mejor desempeño durante los meses más fríos, en particular la prímula tradicional, que es la que nos ofrece mayor variedad de colores. Aptas para canteros o contenedores, son sumamente tolerantes a condiciones adversas de temperatura. Mientras que en otros países se disfrutan en primavera (de ahí uno de sus nombres), aquí las admiramos en pleno invierno.