Orquídea y violetas africanas decorando la mesa de la sala frente a un ventanal luminoso flanqueado por helechos.
El lugar para la planta o la planta para el lugar…
Las plantas aportan color, volumen y textura; se destacan como puntos focales de atención, valorizando rincones, dando importancia a entradas, puertas y ventanas. También podemos recurrir a ellas para dividir, ampliar o separar ambientes, acortar distancias visualmente, marcar ritmo en corredores o guiar el desplazamiento en grandes espacios. Son también de gran ayuda para tapar o distraer la vista de un lugar que queremos disimular. Lo logramos cubriéndolo totalmente de plantas o bien colocando en el lado opuesto un lindo arreglo que atraiga la atención. Sobre mesas y escritorios, en repisas o bibliotecas adornan e invitan a la contemplación.
Los arreglos con varias plantas pueden hacerse poniéndolas en un mismo recipiente o en varios. Para lograr un conjunto armonioso, una buena regla es elegir una planta protagonista, otra que complemente o contraste, y completar con plantas pequeñas que no atraigan excesivamente la atención. Al elegirlas, debemos tener en cuenta la forma de las hojas, la textura, el tamaño y el color de todas ellas para lograr una buena combinación.
Aphelandra. Planta de fácil cultivo, que tiene un doble interés: hojas veteadas de blanco todo el año y flores amarillas durante varias semanas.
Ubicaremos las plantas de acuerdo al efecto que queramos lograr. Los ejemplares importantes por su tamaño o por sus cualidades únicas se destacan por sí mismos. Para ellos debemos elegir recipientes bonitos pero que no compitan con la belleza de la planta o la desmerezcan. Se pueden poner solos o varios de la misma especie —cada uno en su recipiente— colocados en posiciones simétricas, en línea o agrupados.
Grupo de plantas en macetas individuales, cerrando el paso frente a una puerta clausurada. El tarro de cobre ayuda a integrar el conjunto al estilo de la construcción.
Los recipientes
La elección del estilo y el color de los recipientes también es importante, porque ayudan a reforzar el efecto buscado con las plantas. En los interiores podemos dejar de lado los típicos tonos terrosos de las macetas de barro y optar por otros colores y otros materiales. Por ejemplo, el gris metálico da brillo al verde del follaje; el negro es sobrio y favorece el contraste; el blanco es ideal para iluminar; los colores más osados, como rojo o fucsia, aportan calidez.
Spathiphyllum. Muy elegante y de fácil cultivo; las flores blancas nacen en primavera y en otoño, y duran mucho tiempo en la planta.