Las casas que tanto gustaban hace unas décadas —los chalets con techos a varias aguas— van dando paso a construcciones de líneas más simples que se desarrollan en base a prismas. En los jardines, aunque de manera menos ostensible, también se vienen notando algunos cambios: los estructurados jardines franceses lucen anticuados, el parque a la inglesa requiere terrenos muy amplios, las onduladas praderas no combinan con el nuevo estilo arquitectónico, que toma como base base la línea recta, las formas rectangulares, los planos horizontales.
En concordancia con los principios, las ondulaciones del terreno se nivelan, las diferencias de altura entre planos se salvan con amplios escalones, la circulación se hace fluida. La forma y el volumen de los canteros y de las plantaciones reflejan la arquitectura. En el predominio de la dimensión horizontal, una figura vertical o una forma ondulada sirven para dar una nota de carácter. La elaboración del diseño culmina con una esmerada elección de las plantas. Su presencia y una distribución acertada son lo primero que llama la atención.
El jardín que mostramos aquí es un buen ejemplo de estos conceptos. Rodeado de árboles y con salida al lago, el jardín original —apenas un cerco verde sin diseño alguno— se transformó completamente con la intervención de la paisajista Lorena Ponce de León. Todo el jardín, desde la calle hasta el lago, está estructurado de tal forma que cada lugar tiene una función.
La zona del frente
Ubicada entre la casa y la calle, la paisajista distinguió netamente dos espacios en esta zona: el entorno mediato, la vereda (espacio público), y el entorno inmediato, el jardín frontal (espacio privado). Para la división perimetral usó pilotines de eucalipto colocados sobre un murete bajo, que evoca por un lado la terminación de la fachada y por otro los árboles circundantes. Anchos pilares revestidos de piedra basáltica natural sirven de marco a los portones de chapa de hierro cuyo revestimiento de pintura gris se quitará y, mediante el tratamiento adecuado, se llevará a color herrumbre. Una losa de hormigón sobre el portón forma un pequeño techo que evoca el estilo arquitectónico de la casa, detalle que se retoma en las losetas del camino de acceso.
La calzada se prolonga sobre la vereda en un espacio para estacionar vehículos, tapizado con piedra partida. Junto al muro, un área de césped, no muy grande, se delimita con tablones de madera. Dentro de ella se formaron canteros rectangulares de Pittosporum tobira ‘Nana’. En esta zona había un pino que se sustituyó por dos ejemplares de kiri (Paulownia tomentosa) plantados asimétricamente, uno en el cantero y otro entre la piedra partida. Cuando alcancen la madurez, sus extensas copas darán buena sombra sobre el estacionamiento y sobre parte del jardín. El diseño estructurado y sobrio de esta zona pública ordena la heterogeneidad de los elementos presentes y pone la casa en relación con el entorno.
El fondo
Pasamos hacia el fondo y todo cambia. Sin perder sobriedad, el jardín se vuelve más dinámico y más colorido, si bien el esquema básico del diseño se mantiene: superficies planas de césped, canteros grandes rectangulares delimitados con tablas de madera, profusión de vegetación de altura intermedia y algunos árboles. Contra la casa, un deck elevado permite una vista despejada hacia el lago.
Aquí se plantaron agapantos (Agapanthus africanus), romero (Rosmarinus officinalis), y budleia (Buddleja davidii); todas ellas aportan su toque ornamental pero nunca taparán la vista.
Todo el diseño está pensado para sacarle el máximo provecho al jardín y disfrutar a pleno las actividades al aire libre: no faltan ni la piscina ni las áreas despejadas para juegos. Sobre el césped, una área de reunión; el piso de hormigón lavado permite ver las piedritas pero las mantiene en su sitio. La sombra aquí la da un níspero (Mespilus germanica).
Hacia el fondo había una gran pendiente; nivelar el terreno requirió grandes movimientos de tierra, pero se logró un espacio aprovechable que, mirando desde la casa, parece fundirse con el lago.
Vistas despejadas y notas de color en los canteros. Contra la casa, agapantos (Agapanthus africanus) azules y blancos; en el límite lateral al lado de la piscina, bulbines (Bulbine frutescens) amarillos y anaranjados
En el fondo, la paleta de color elegida es más osada que la del jardín frontal: anaranjado y azul con toques de blanco.las plantaciones se hicieron en canteros a lo largo de los límites, dejando libre una gran superficie de césped en la parte central donde, además de la piscina, se instaló una cama elástica que se enterró dejándola a nivel del suelo para que su estructura no moleste la vista hacia el lago.
En los canteros se ve una profusión de plantas, muchas herbáceas de larga floración y también varios árboles que a medida que crezcan se destacarán, unos por su floración y otros por su verticalidad.
La dinámica de estos canteros cambiará en pocos años. El kiri (Paulownia tomentosa), árbol de gran porte plantado al frente en la zona del estacionamiento, aparece también en este sector del fondo. Por ahora, al igual que el jacarandá (Jacaranda mimosifolia), pasa casi desapercibido, pero cuando ambos alcancen su madurez aportarán una amplia sombra y, por su floración, cobrarán protagonismo.
Los hemerocalis (Hemerocallis x hybrida) están siendo bastante usados en los jardines pero todavía no se han vuelto tan comunes y familiares como los agapantos, aunque —al igual que estos— son muy rústicos. Es una herbácea perenne que durará varios años en buen estado, de rápido crecimiento, florece desde el primer año de plantada y, como se multiplica sola, de un año a otro iremos teniendo más y más plantas.
La iluminación es parte importante del diseño. Mediante pequeños focos discretamente instalados entre el follaje (de modo que durante el día pasan desapercibidos), cuando las luces se encienden iluminan los canteros pero no encandilan. Así, este jardín se vuelve disfrutable también por la noche.
Las fronteras del jardín cuentan en el diseño tanto como el resto del terreno. En este cantero se aprovechó la densa pantalla verde del cerco medianero, con plantas ya desarrolladas como Plumbago capensis de flor blanca, Tecomaria capensis de flor anaranjada y Dodonea viscosa de flor roja. Se eligieron especies de baja y mediana altura, que ganan en destaque contra este cerco alto formando un suave escalonamiento.