Planifiquemos antes de plantar
• Definir la función que va a cumplir el cerco, qué estilo nos gusta, qué vistas queremos tapar y cuáles valorizar.
• Considerar el tipo de suelo, la exposición al sol, la disponibilidad de agua, los vientos predominantes, la cercanía o no de la costa marítima.
• Diseñar: tomar medidas, definir formas, alturas, colores, texturas del futuro cerco.
• Confeccionar una planilla con las plantas que nos gustaría poner, las condiciones que requieren y las que presenta nuestro jardín. Esto nos ayudará a elegir las especies que se adaptarán mejor.
• Conseguir las plantas: ir a viveros de confianza con nuestra planilla. Elegir plantas sanas y lo más grandes posible. Si tenemos dudas, pedir consejo.
• Antes de plantarlas, presentar las especies elegidas en el lugar previsto para confirmar o corregir nuestro diseño.
• Plantar: hacer un buen pozo, poner un buen sustrato y respetar las distancias entre las plantas.
A tener en cuenta
• Salvo que nuestro suelo sea excepcionalmente rico, antes de plantar debemos mejorar la estructura e incorporar nutrientes. Así ayudaremos a que el nuevo ejemplar se adapte rápidamente y empiece a crecer.
• Si no queremos dejar huecos, podemos plantar inicialmente los arbustos bastante juntos y más adelante sacar algunos. Otra solución, respetando las distancias debidas, es llenar los huecos con plantas más pequeñas —herbáceas o florales de crecimiento rápido— que, cuando crezcan los arbustos, cambiaremos de lugar.
Tiempo al tiempo
• No existen cercos instantáneos. Tendremos que esperar por lo menos uno o dos años para que empecemos a ver lo que imaginamos.
• Los arbustos que vamos a plantar serán seguramente ejemplares jóvenes que se van a desarrollar en nuestro jardín. Por lo tanto, no olvidemos preguntar al viverista cuál va a ser el tamaño final y cuánto tiempo necesitarán para alcanzarlo.
La poda
Fertilización, riego y tratamientos sanitarios son tres tareas imprescindibles. Sin embargo, la que inmediatamente asociamos con los cercos es la poda. El objetivo de la poda es mantener el arbusto sano y dentro de la forma deseada. Todos los cercos necesitan ser podados, escasamente si se trata de un cerco libre, y en forma exhaustiva si es un cerco formal.
• Las podas de formación se hacen en los primeros dos o tres años de instalados los arbustos. Cortando las yemas principales lograremos cercos más tupidos.
• Las podas de sanidad se hacen cada vez que se necesiten; se sacan las ramas muertas, las enfermas y los chupones.
• Las podas para mantener la forma se realizan según la especie respetando la naturaleza del arbusto. Los arbustos de crecimiento más rápido deben podarse más a menudo. Si no los podamos van a crecer dejando huecos e irán perdiendo la forma; con la poda correcta prolongaremos su vida por más tiempo.
• Si queremos modificar el tamaño de un cerco (o si lo dejamos sin podar y creció demasiado perdiendo su función o su encanto), la solución no es hacer una poda drástica que puede terminar matándolo, sino hacerlo por etapas, dándole tiempo a que se recupere antes de podar más corto.
• Si no logramos recuperar la forma deseada, tendremos que considerar cambiarla. En tal caso, si no podemos salvar la parte de abajo, debemos elegir las plantas que queremos conservar, podarlas como arbolitos y llenar los huecos con otros arbustos y plantas que crecerán a la sombra de los más grandes.