Predilecta de los jardineros y aficionados por su fácil cultivo y su extendido período de floración, la gallardía es una elección adecuada para quienes gustan de los colores llamativos. Se puede cultivar como planta perenne o anual, ya que en muy corto tiempo después de la siembra se obtienen flores. Si se le proporcionan cuidados, estará en flor todo el año.

Nombre científico: Gaillardia x grandiflora
Híbrido de cruzamiento entre G. aristata y G. pulchella
Familia: Asteraceae

Origen: América del Norte

Aspecto y porte: Herbácea perenne que alcanza los 60-80 cm de altura, existiendo cultivares de bajo porte.

Hojas: Alternas, íntegras hasta dentadas, lobuladas y pinnatífidas, de color verde aceituna
o verde grisáceo.

Flores: Grandes (8-10 cm de diámetro) en capítulos solitarios, con varias series de brácteas superpuestas, rojas y amarillas.

Fruto: Aquenios vellosos.

Exposición: Pleno sol, tolera algo de sombra. Si recibe suficientes horas de luz en invierno y se encuentra reparada del frío, puede florecer aun en dicha estación.

Temperatura: Se adapta muy bien a temperaturas cálidas y medias, tolerando heladas ligeras.

Suelo: Rico en materia orgánica, neutro, con muy buen drenaje.

Riego: Necesita riegos periódicos en verano.

Plantación: Mejor a fines de invierno o comienzos de primavera.

Multiplicación: Se multiplica fácilmente por semillas en cualquier época del año, siendo recomendadas las siembras de mediados de invierno. Puede sembrarse directamente en los canteros.

Poda: Se deben eliminar las flores secas y podar la planta de tanto en tanto para mantenerla compacta. Una poda hacia fines de verano estimula un nuevo crecimiento y permite disfrutar de una buena floración otoñal.

Farolito japonés
Jacarandá

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