
Tronchar es una práctica que se puede evitar programando las podas desde la juventud del ejemplar.

Ejemplos errores comunes al podar: desgarrar la corteza, dejar tocones largos.

Los cortes que no cicatrizan bien se convierten en puntos de entrada de enfermedades.
La poda es una agresión. Las heridas en la corteza y en los tejidos internos causadas por los cortes son vías de penetración de agentes patógenos que enfermarán a nuestras plantas. Los daños son mayores cuando, por desconocer las técnicas de poda, se corta mal, en el lugar inadecuado o fuera de época. Mal ejecutada, la poda provoca la declinación prematura del ejemplar, y este termina muriéndose. Un árbol o arbusto en su medio natural crece sano y vigoroso, y no necesita ser podado. En los jardines, sin embargo, la situación es bien diferente: el espacio aéreo y subterráneo es reducido. La poda se vuelve entonces necesaria para que el ejemplar se adapte lo mejor posible a ese ambiente, y muestre plenamente las cualidades por las que lo elegimos: por su forma, sus flores o sus frutos.
Para evitar las podas innecesarias, debemos comenzar con un buen diseño de los espacios verdes, elegir correctamente las especies y plantarlas respetando la distancia entre plantas. Las tareas de mantenimiento del jardín incluirán necesariamente podas, no para reducir el tamaño de las plantas, sino para obtener el mayor efecto ornamental, mantener la buena salud de los ejemplares y evitar situaciones de crecimiento descontrolado.
La forma natural de crecimiento de las plantas no es casual, responde a las necesidades de cada especie.
Si deseamos plantas con una determinada forma, es mejor elegir una especie que la tenga de manera natural.

Jardín sin mantenimiento de poda. Los laterales ocupan casi toda el área de césped y las hortensias cubren una ventana. La campanilla violeta creciendo silvestre, entrelazada con la bignonia, tapa otros arbustos de más valor.
Los tiempos de la poda
Los buenos jardineros, basados en la observación y la práctica, conocen sus plantas y cómo reacciona cada una de ellas a la poda según la época y el lugar donde está emplazada. Por eso no todos podan en la misma época: evalúan los pros y contras de podar en uno u otro momento, y tienen sus razones.
Invierno
Época típica de poda, es la más adecuada para la mayoría de los árboles y arbustos que están en letargo. Sufrirán menos el daño causado y se recuperarán mejor. Es también el momento en que vemos bien la estructura del ramaje y podemos identificar las ramas interiores cruzadas o mal ubicadas; elegir con acierto qué ramas cortar será más fácil.
En Uruguay, por nuestro clima, la poda no debe realizarse cuando hay peligro de helada o en días fríos con mucho viento.
Si esperamos para podar al final del invierno, hay que controlar que los ejemplares caducifolios no hayan brotado; si podamos después, cuando ya rompieron las yemas, el ejemplar se debilitará y le costará recuperarse.
Las heridas —que son vías de ingreso para enfermedades— tardan más en cerrar en invierno que en épocas de crecimiento, pero como la mayoría de los agentes patógenos están inactivos por el frío, el peligro de infección es menor. Además, la pérdida de resina y savia por las heridas es menor, evitando así el sangrado excesivo que debilita la planta.
Primavera y verano
Es la época de crecimiento de las plantas. Si realizamos una poda fuerte eliminando muchas hojas justo cuando la planta más las necesita, provocamos que se debilite. Si no hay otra opción, esperemos a podar unas semanas después de que se llene de hojas; el peor momento es podar cuando las hojas se están formando, porque es justo cuando la planta está poniendo toda su energía en esa tarea.
No obstante, en los meses de primavera y verano se hacen podas livianas. El follaje perfectamente desarrollado permite ahora ver el volumen total de la planta. Podemos elegir las ramas a eliminar por razones ya no funcionales sino estéticas.
Si queremos podar arbustos que florecen en invierno o a principios de primavera, debemos hacerlo una vez que terminaron de dar flor. Si lo hacemos antes, seguramente eliminaremos ramas con yemas florales por lo que, llegado el momento, lucirá una floración pobre.
Otoño
Usualmente se comienza con las podas fuertes a mediados de otoño, en mayo y junio.
Para podar las plantas caducifolias lo mejor es esperar a que pierdan todas la hojas; la caída de las hojas es la culminación de un proceso mediante el cual estas plantas almacenan la energía que necesitan para pasar el invierno y brotar en primavera. Si las podamos antes, las debilitamos.
Las podas realizadas antes de que aparezcan las primeras heladas permiten que las plantas se recuperen, pasen bien el invierno y broten tempranamente en la primavera.
Por la humedad y las temperaturas templadas, es la época en que hay más riesgo de que las heridas provocadas por la poda se infecten con hongos. Para prevenir el ataque debemos aplicar fungicidas inmediatamente después de podar. De todos modos, no conviene podar especies que sean muy susceptibles al ataque por hongos o si en temporadas anteriores aparecieron hongos en nuestro jardín .
Podar siempre sin importar la época: ramas secas, rotas, o enfermas que no se puedan recuperar.
Preferiblemente en época de poda: restos de ramas y muñones de podas anteriores mal realizadas.
Otras intervenciones aconsejables en época de poda: quitar ramas débiles que compitan directamente con otras por el mismo espacio vital
cortar una de las dos ramas que se rozan de manera habitual podar ramas con un protagonismo excesivo para el tamaño del ejemplar.

Arbustos caducifolios podados en otoño, antes de las heladas

Horqueta producto de una poda de formación incorrecta, realizada cuando la rama estaba demasiado crecida, por lo que no logró cicatrizar bien.