El jardín de la artista, de Úrsula von der Lippen, pintora argentina residente en San José de Carrasco, Uruguay

Rojos con amarillos, rosados con violetas, fucsias, todos los verdes imaginables, marrones, grises: combinaciones con las que resulta difícil de trabajar están presentes en la naturaleza y también en las paletas de los artistas.

El célebre arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe, a quien se atribuye la conocida frase “Menos es más”, también hizo suya esta otra de Tomás de Aquino (que fue atribuida posteriormente a Gustave Flaubert): “Dios está en los detalles”. Una nos habla de la economía de recursos como garantía de calidad, y la otra nos dice que el cuidado de ciertos elementos clave marca la diferencia.
Si usamos pocos colores, obtener una combinación linda no es difícil; hasta en forma intuitiva sabemos elegirla. Sin embargo, un jardín con unos pocos colores puede resultar aburrido, y entonces pensamos que la solución es poner plantas con flores de muchos colores diferentes. Ahí está el gran desafío: en una paleta multicolor habrá unos colores que armonizan y otros que contrastan, tonos diversos, brillos diferentes… ¡y nosotros pretendemos ponerlos todos juntos sin más, y que el resultado sea bello! Cuanto más polícroma sea nuestra paleta, más cuidado debemos poner en la elección de los colores y, sobre todo, en su distribución: hay colores que juntos siempre quedan bien y otros que necesitan de algunos trucos para que el resultado sea agradable.

 

 

 

 

Jardín de Pointoise, Camille Pissarro (1877)

Estanque de nenúfares, Claude Monet (1918-1919)

 

Jardines de artista, los impresionistas

El impresionismo fue una corriente artística que nació en Francia en la segunda mitad del siglo XIX. Para ese entonces los jardines se habían vuelto muy populares. Nuevas especies vegetales se traían de otros continentes, la horticultura estaba en pleno desarrollo y los parques, que hasta entonces habían sido de uso exclusivo de la nobleza, se abrían al público. Los pintores impresionistas, para apreciar los efectos de la luz sobre el paisaje, preferían trabajar al aire libre. Muchos fueron, además, amantes de los jardines y encontraron en ellos motivos artísticos y fuentes de inspiración.
El uso del color por parte de los impresionistas era novedoso para la época. Aplicaron la teoría del contraste cromático —la percepción de un color depende de los colores que lo rodean— y emplearon a conciencia el efecto entre colores complementarios: el acercamiento de dos de ellos aviva su luminosidad, pero entremezclados se agrisan. En sus obras quedó plasmada la belleza de los jardines tal como ellos la veían: un fondo verde salpicado de vibrantes colores, que es la imagen que perduró como paradigma del jardín florido.

 

Paisaje de jardín italiano, Gustav Klimt (1912)

 

Una artista del jardín, Gertrude Jekyll

Gertrude Jekyll (1843-1932), considerada como una de las más influyentes paisajistas inglesas del siglo pasado, participó activamente en los movimientos plásticos de su época. Diseñaba sus jardines como si fueran obras de arte, aplicando las mismas teorías de color en que se basaban los pintores impresionistas. Plantaba masas de una misma especie y de un mismo color de flor, y utilizaba el degradé para pasar de un color a otro. Introducía puntos focales con plantas de colores contrastantes, cuya presencia determinaba además efectos de claros y oscuros dentro del cantero. Para equilibrar, se apoyaba en grupos de plantas grises o blancas. El jardín era en sí mismo una unidad armoniosa, con ritmo; nunca un mero amontonamiento de masas coloridas.
Los jardines de esa época eran enormes. Los diseños de Jekyll se basaban en canteros anchos y muy largos (lo que los británicos llaman borders), que ubicaba generalmente entre un cerco de arbustos recortados y una gran superficie de césped. En todo su largo plantaba, en forma masiva pero planificada, arbustos, herbáceas perennes y anuales, con flores y follajes de distintos colores. Esa amplia paleta policromática se recorría con la vista como una secuencia sin estridencias ni antagonismos, sin saltos bruscos de un color a otro.
Jekyll escribió varios libros sobre jardinería exponiendo su metodología e invitándonos a ver el jardín como un cuadro, definiendo formas y colores antes de pensar en las especies.

 

Plano de canteros por G. Jekyll (www.pocogardenclub.wordpress.com)

 

Jardín diseñado por Gertrude Jekyll,  Reino Unido

Detalle de uno de los canteros. Fotos: Jill Anderson

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Combinaciones naturalistas | Amalia Robredo

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