Los dictados de la moda también están presentes en las plantas de jardín: unas se quedan para siempre, otras tienen su cuarto de hora y luego las dejamos de cultivar. A unas las descartamos porque no se adaptaron o porque lo hicieron demasiado bien y las consideramos comunes, a otras porque se volvieron invasivas y problemáticas. Y hasta algunas que habíamos elegido por tan especiales o exóticas en forma y color nos terminan cansando y las cambiamos por nuevas especies que nos gustan más.
Sin embargo, algunas de las viejas conocidas tarde o temprano vuelven a estar en boga: son las que se han adaptado perfectamente a nuestros jardines, y tienen cualidades estéticas que una y otra vez volvemos a valorar y aprovechar.
Leandro Gómez
Tradescantia sp
Herbáceas perennes de porte rastrero o colgante, algunas tienen un follaje muy interesante: hojas variegadas con rayas en blanco o en morado, con manchas en las puntas de las hojas, y también completamente moradas casi violetas. Frente a este destacado follaje sus flores pequeñas pasan desapercibidas. Son plantas muy resistentes, soportan el frío pero no las heladas que queman sus hojas. La mayoría prefiere lugares con sombra parcial. Fáciles de reproducir, sus tallos rastreros enraízan muy bien. Pueden volverse invasoras, pero no da trabajo erradicarlas, se arrancan de raíz sin esfuerzo. Las tradescantias más vistosas se suelen usar como planta de interior en macetas colgantes, y en el jardín sirven como tapizantes.
Lacito de amor
Chlorophytum comosum
Herbácea perenne muy fácil de reconocer, se destaca por la belleza de sus hojas verdes con bandas blancas, acintadas y péndulas que nacen de una roseta basal. De esta salen también brotes (hijos) que se mantienen enlazados un tiempo a la planta madre —de ahí su nombre— y en contacto con la tierra dan lugar a nuevas plantas. Sus flores blancas y pequeñas crecen sobre largos pedúnculos; no son de gran destaque pero en el conjunto aportan interés. Requiere pocos cuidados, el riego debe ser moderado cuidando de no encharcarla. Sus raíces son capaces de almacenar agua y aguantar sequías, aunque la falta de riego la afea. En el interior de las casas se adapta a casi todos los lugares, incluso a los que tienen poca luz. En el exterior prefiere la luz indirecta o semisombra, pues en contacto directo con el sol sus hojas se vuelven amarillas y se queman. Se reproduce fácilmente en primavera o verano dividiendo las matas o separando a los hijos. Está tan bien adaptada a nuestro medio que si la usamos como tapizante podemos cortarla con máquina cortacésped una o dos veces al año.
Planta del dólar
Plectranthus nummularius
Herbácea perenne, es una planta bonita y fácil de cultivar. Su popularidad no ha decaído con el tiempo, tal vez por la creencia popular de que tenerla en casa trae fortuna. Su follaje es denso, colgante, con hojas coriáceas ovaladas de borde dentado, verde oscuro brillante. Sus pequeñas y delicadas flores blancas surgen por encima del follaje pero no son su mayor interés. Necesita un suelo con bastante material orgánico, húmedo pero no encharcado (el exceso de riego las hace ponerse negras). Prefiere la semisombra. Soporta las temperaturas bajas pero no las heladas o el frío extremo. Los tallos rastreros enraízan espontáneamente, lo que hace muy fácil su reproducción tomando esquejes de esos tallos.
Margarita
Leucanthemum vulgare, sin. Chrysanthemum leucanthemum
Las clásicas margaritas son plantas herbáceas, de flores grandes. Muy comunes en los jardines de antaño, fueron cayendo en desuso desplazadas por crisantemos y otras asteráceas de flores más chicas. El follaje verde oscuro es bajo, en forma de roseta. Las flores, únicas en los extremos de los largos tallos de hasta 1 m de altura, sobresalen de la mata; tienen un botón amarillo central, rodeado por falsos pétalos blancos (lígulas). La floración comienza a principios de la primavera y permanece hasta finales del verano. Para florecer, la planta necesita haber pasado un invierno frío (soporta muy bien las bajas temperaturas) y espera hasta que los días sean largos. En cambio no es muy exigente respecto al sustrato y al riego, y resiste bastante bien el ataque de plagas. Se multiplica fácilmente por división de mata y forman grupos que viven muchos años.
Flor de azúcar
Begonia semperflorens
Herbácea que se cultiva como anual, pero protegida dura varios años. Alcanza rápidamente su altura máxima (unos 20-25 cm). Las hojas son verdes o rojizas. Las flores —blancas, rosadas o rojas— son pequeñas; el atractivo de la floración está en la profusión de flores y el contraste con el follaje oscuro. Plantada en grupo, es ideal para crear zonas de color en el jardín. Aparentemente delicada, requiere unos pocos cuidados básicos para desarrollarse bien. En invierno, mantenerla al sol y abrigada del frío; en verano, si bien soporta el sol pleno, se desarrolla mejor en semisombra y vive más tiempo. Necesita sustrato húmedo pero no encharcado; no soporta el riego excesivo. Con estos cuidados puede llegar a florecer todo el año. Se reproduce por esquejes, si bien lo más común es adquirir las plantitas en los viveros.
Cartucho o cala
Zanthedeschia
Las conocíamos como cartuchos y las
veíamos en las zonas húmedas y de sombra de nuestros jardines. Se volvieron tan comunes que los jardineros se cansaron de ellas y fueron quedando relegadas, hasta que, hace algunos años, volvieron a ocupar su lugar pero ahora con otro nombre: calas. Sus flores, muy elegantes, se destacan tanto en la planta como en floreros; desde siempre —aun sin estar de moda— se la buscó para hacer arreglos gracias a su belleza y larga duración como flor de corte.
La variedad más común, que crece en cañadas y cualquier lugar húmedo, es la de flores blancas, que aparecen desde fines de invierno hasta casi llegado el verano. Las nuevas variedades que se ven en Uruguay desde hace pocos años empiezan a florecer a mitad de la primavera, tienen flores de colores y, en algunos casos, follajes diferentes.
Todas ellas son anuales, nacen de rizomas y, si se adaptan, pueden llegar a ser invasoras pero no de forma descontrolada. Las comunes necesitan agua, media sombra, y crecen en invierno (les gusta el frío pero no las heladas). Las nuevas necesitan sol, menos agua, no crecen en zonas anegadas, les gusta el calor y no son tan fáciles de cultivar como los cartuchos de siempre; suele decirse que son de floración perezosa, y por eso no es tan frecuente verlos en los jardines.
Planta de la cucaracha
Acanthus mollis
Herbácea de follaje semipersistente, de hojas grandes que llegan a medir 60 cm. La mata, de porte bajo, no supera el metro y medio. Sus hojas de color verde oscuro brillante son de forma irregular, con lóbulos dentados, y están sujetas por largos pecíolos que salen de la base de la planta. Crece en lugares húmedos y con sombra parcial; el sol directo puede llegar a quemar sus hojas. En nuestros jardines las vemos en el verano debajo de árboles o contra muros que dan al sur; en invierno su parte aérea puede desaparecer completamente. Se destaca la floración, formada por una larga vara con inflorescencias que sobresalen por encima del follaje. Las florcitas parecen estar protegidas por unos caparazones color violáceo con bordes con espinitas cuyo aspecto semejante a una cucaracha es el motivo de su nombre común.
Es una planta bastante resistente y se da bien en nuestros jardines si respetamos sus preferencias. No se ha vuelto invasora aunque su reproducción es fácil y puede crecer espontáneamente de semilla; es consumida por los caracoles y las babosas, que deterioran mucho su aspecto.
Achira
Canna indica
Compañeras de las calas en los viejos jardines, cuando estas terminan de florecer, empiezan las achiras a cobrar protagonismo. Son imponentes plantas herbáceas con muy buena presencia, se desarrollan muy rápido alcanzando los 2 m de altura en una sola temporada. Si no están protegidas del frío, con las heladas desaparecen, planteándonos el desafío de llenar el hueco que dejan en invierno. Son plantas rizomatosas, les gustan los suelos húmedos y prefieren la media sombra; en nuestro clima se pueden volver invasoras, las podemos ver crecer espontáneamente en baldíos incluso a pleno sol. En el jardín tendremos que controlar su multiplicación para mantenerlas en el lugar asignado. Sus grandes hojas con forma de lanza son verdes, moradas o variegadas con líneas en tonos verde, bronce, amarillo claro y rosa fucsia. Sus flores, muy vistosas, de tonos cálidos —amarillo, salmón, naranja, rojo— van muy bien en jardines de verano. Año a año aparecen nuevos híbridos. El de la foto de follaje más vistoso: Canna x generalis “Phasion”, desarrollado en Sudáfrica; llegó hace pocos años a Uruguay y ya está completamente aclimatado.
Serruchito o helecho serrucho
Nephrolepis exaltata
Helecho de frondas largas, lanceoladas, que se arquean elegantemente. Se lo suele ver en los jardines creciendo entre otras plantas, en cualquier lugarcito que tenga un poco de tierra y hasta en los troncos de las palmeras. Prefiere lugares con media sombra y húmedos; en situaciones menos favorables sobrevive perdiendo las hojas y dejando sus largos tallos marrones desnudos.
Si no se la mantiene en buenas condiciones, tiende a quedar desprolija. Se reproduce muy fácilmente por división de mata a fines de verano o a principios de otoño. Es fácil de cultivar tanto en exterior como en interior, pero requiere ciertos cuidados para mantenerla linda: regarla regularmente, sacarle las frondas secas y dividir la mata cuando crece demasiado.