Arbolito casi un arbusto, más ancho que alto, llorón, de follaje sutil y pequeñas flores perfumadas, por su porte de gruesas ramificaciones y sus espinas como aguijones curvos era elegido para formar cercos vivos infranqueables alrededor de antiguas casonas; las brasas de su madera se usaban para calentar las planchas de hierro, y las cenizas para hacer jabón.
Hasta hace unos años en Uruguay se lo tildaba de foráneo, pero el eminente botánico Atilio Lombardo salió en su defensa como especie indígena cuando encontró ejemplares silvestres centenarios en el departamento de Artigas y a orillas del río Arapey. Abandonadas y olvidadas aquellas costumbres hogareñas, sigue creciendo espontáneamente a orillas de ríos y arroyos y, por supuesto, en el departamento de Tacuarembdó,“el país de la cina cina”.

Nombre científico: Parkinsonia aculeata, que alude al botánico John Parkinson y alerta sobre sus espinas (aculeus, en latín, es aguijón o púa).

Origen y hábitat: Especie propia de climas tropicales y subtropicales, se la encuentra en todo nuestro continente desde México hasta la Argentina, desde los Andes hasta el Atlántico.

Aspecto y porte: Árbol de 7-8 m de altura, tronco corto de corteza suave, que se ramifica cerca del suelo; ramas zigzagueantes, las exteriores colgantes. Copa en forma de sombrilla, extendida pero no muy densa, proporciona una sombra aireada. Follaje caduco o semicaduco.

Hojas: Bipinnadas de 20-30 cm de largo, con innumerables folíolos diminutos, ovalados, bastante separados entre sí; están insertas en grupos de uno a tres pares en un raquis corto, recto, con espinas o aguijones curvos en los nudos. Cuando en otoño las hojas se secan y caen, las ramas y ramitas, gracias a su delgada corteza verde, se encargan de la fotosíntesis.

Flores: Pequeñas, perfumadas y vistosas, con 4 pétalos amarillos y uno más grande rojo; florece en diciembre y enero.

Fruto: Vaina de 4-8 cm de largo, con estrechamientos entre las semillas, alargadas y duras.

Uso: Se luce en los parques como ejemplar aislado, y merece un lugar en el jardín por la belleza de su follaje y su floración; solo hay que tener cuidado con las espinas. Con poda adecuada y trenzando sus ramas, forma un cerco vivo impenetrable. Atrae a las abejas, favoreciendo la polinización. La madera se usa como leña de gran poder calórico, y para fabricar mangos de herramientas. Las hojas y el fruto tienen propiedades forrajeras y, se dice, medicinales.

Plantación y propagación: Prospera en todos los suelos, aun en los pobres y calcáreos, y les aporta nitrógeno. Es muy resistente al viento y a la contaminación, no se enferma y necesita poco mantenimiento. Se multiplica fácilmente por semillas y es de crecimiento rápido.

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